Con la quiebra del Silicon Valley Bank se ha despertado mucha incertidumbre en cuanto a la financiación de startups. Su impacto radica en que es el fin del capital de riesgo, un modelo desarrollado durante la última década y enfocado en financiar a quienes están iniciando su emprendimiento.

Otro de los puntos neurálgicos son las muchas mujeres, personas de color e integrantes de la comunidad LGBTIQ+ que enfrentan desafíos discriminatorios a la hora acceder a financiación. En 2021, 16% de los créditos otorgados fueron para personas negras, y un 35% para personas blancas.

Se estima que las pérdidas del banco rondan los USD $1.800 millones y los expertos aseguran que -como consecuencia- habrá una recesión este año. Además, Silicon Valley es el hogar de las empresas tecnológicas más importantes, lo que implicaría para los americanos perder su liderazgo en el sector.

Ahora, uno de los trabajos críticos es para la Reserva Federal, que tiene la tarea de luchar contra la inflación y ponerle un alto a los riesgos financieros que puedan surgir a raíz de este problema, como el alza en los tipos de interés. Muchos dicen que cuando Estados Unidos estornuda, el resto del planeta se resfría.

La quiebra de este gigante representa un retroceso para nuevas empresas, para el sector tecnológico y la igualdad en cuanto a la vida crediticia de personas vulnerables, sin contar que el aumento en la inflación afectará a millones de ciudadanos.

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